“El Milagro de la Vida”
¿Por qué no decirlo?
Hay
cosas en la vida que vemos, sentimos, olemos y escuchamos todos los días. Nos
hemos acostumbrado totalmente a ellas hasta un punto de dejar de percibirlas. Y
es entonces cuando necesitamos que algo bueno o verdaderamente malo pase en
nuestras vidas para que de esta manera podamos apreciar aquellas cosas
pequeñas, pero extraordinarias.
En
el caso de las cosas malas la frase “Nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve
perdido” puede aplicarse perfectamente. Nunca valoramos la ventaja que tenemos
como seres vivos autónomos y libres que somos. Podemos caminar, ver, escuchar,
amar, respirar, pensar, crear arte, etc., sin embargo, la mayoría de las
personas no valoramos ninguna de estas cosas hasta saber que yo no están con nosotros.
Muchos
necesitamos perder una pierna para saber que podíamos correr e ir a donde uno
quisiera. Quedar en quiebra para valorar el trabajo que tenemos, perder a
alguien para saber que lo amábamos, perder la salud para darse cuenta que no os
faltaba nada y un largo etcétera. Tendemos a quejarnos demasiado y nunca
valorar lo que nos hace la vida tan sencilla.
Pensamos
que necesitamos dinero, casas, autos, un novio o novia bonitos, productos de
belleza o cualquier otra cosa material y superficial cuando tenemos todo lo
indispensable con nosotros mismos. Pulmones para respirar, manos para trabajar,
un corazón para amar y un cerebro para crear.
En
el caso de las cosas buenas o positivas podríamos decir que estás se refuerzan
cuando pasan situaciones específicas y particulares para cada persona. El éxito
en un trabajo para saber que teníamos la capacidad para hacerlo, la estabilidad
económica para daros cuenta de que el dinero no te da felicidad, o el
nacimiento de un sobrino, hijo o hermano para entender el milagro de la vida,
son buenos ejemplos donde se agudiza nuestra apreciación o valoración hacia las
cosas que verdaderamente valen la pena.
La
semana pasada una persona muy cercana a un servidor dio la vida a un individuo,
y es impresionante como la llegada de una nueva persona puede cambiar
considerablemente la perspectiva de las cosas. Muchas veces el nacimiento de un
ser vivo nos parece poca cosa, algo ordinario y una responsabilidad fácil de
asumir, pero cuando tiene una relación directa contigo las cosas son totalmente
diferentes.
Podemos
decir que en teoría, la prioridad de una madre o padre –incluso con los
animales- es la vida de un hijo. Y aunque sabemos que muchas veces no es así,
para algunos otros, el ver nacer a un niño o niña nos cambia la vida. Un ser
tan frágil y vulnerable lo único que puede despertar es ternura y querer
protegerlo. Los instintos materos y de protección se agudizan para brindarle
una oportunidad de vida al nuevo ser vivo.
Es
importante agradecer en todo momento cualquier cosa que en nuestra vida se
presenta, ya sea simple o extraordinaria. Se puede aprender mucho de cualquier
circunstancia –ya sea buena o mala- y depende de la manera en que lo queramos
ver.
Seamos
agradecidos con el nacimiento de un nuevo ser, el tener salud, el poder ver, caminar,
soñar, tener la oportunidad de darle a nuestra vida la dirección que queramos.
Porque somos libres y autónomos y eso depende de nosotros mismos.
Paco Arteaga
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