lunes, 12 de noviembre de 2012

“El Milagro de la Vida”


“El Milagro de la Vida”
¿Por qué no decirlo?
Hay cosas en la vida que vemos, sentimos, olemos y escuchamos todos los días. Nos hemos acostumbrado totalmente a ellas hasta un punto de dejar de percibirlas. Y es entonces cuando necesitamos que algo bueno o verdaderamente malo pase en nuestras vidas para que de esta manera podamos apreciar aquellas cosas pequeñas, pero extraordinarias.
En el caso de las cosas malas la frase “Nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido” puede aplicarse perfectamente. Nunca valoramos la ventaja que tenemos como seres vivos autónomos y libres que somos. Podemos caminar, ver, escuchar, amar, respirar, pensar, crear arte, etc., sin embargo, la mayoría de las personas no valoramos ninguna de estas cosas hasta saber que yo no están con nosotros.
Muchos necesitamos perder una pierna para saber que podíamos correr e ir a donde uno quisiera. Quedar en quiebra para valorar el trabajo que tenemos, perder a alguien para saber que lo amábamos, perder la salud para darse cuenta que no os faltaba nada y un largo etcétera. Tendemos a quejarnos demasiado y nunca valorar lo que nos hace la vida tan sencilla.
Pensamos que necesitamos dinero, casas, autos, un novio o novia bonitos, productos de belleza o cualquier otra cosa material y superficial cuando tenemos todo lo indispensable con nosotros mismos. Pulmones para respirar, manos para trabajar, un corazón para amar y un cerebro para crear.
En el caso de las cosas buenas o positivas podríamos decir que estás se refuerzan cuando pasan situaciones específicas y particulares para cada persona. El éxito en un trabajo para saber que teníamos la capacidad para hacerlo, la estabilidad económica para daros cuenta de que el dinero no te da felicidad, o el nacimiento de un sobrino, hijo o hermano para entender el milagro de la vida, son buenos ejemplos donde se agudiza nuestra apreciación o valoración hacia las cosas que verdaderamente valen la pena.
La semana pasada una persona muy cercana a un servidor dio la vida a un individuo, y es impresionante como la llegada de una nueva persona puede cambiar considerablemente la perspectiva de las cosas. Muchas veces el nacimiento de un ser vivo nos parece poca cosa, algo ordinario y una responsabilidad fácil de asumir, pero cuando tiene una relación directa contigo las cosas son totalmente diferentes.
Podemos decir que en teoría, la prioridad de una madre o padre –incluso con los animales- es la vida de un hijo. Y aunque sabemos que muchas veces no es así, para algunos otros, el ver nacer a un niño o niña nos cambia la vida. Un ser tan frágil y vulnerable lo único que puede despertar es ternura y querer protegerlo. Los instintos materos y de protección se agudizan para brindarle una oportunidad de vida al nuevo ser vivo.
Es importante agradecer en todo momento cualquier cosa que en nuestra vida se presenta, ya sea simple o extraordinaria. Se puede aprender mucho de cualquier circunstancia –ya sea buena o mala- y depende de la manera en que lo queramos ver.
Seamos agradecidos con el nacimiento de un nuevo ser, el tener salud, el poder ver, caminar, soñar, tener la oportunidad de darle a nuestra vida la dirección que queramos. Porque somos libres y autónomos y eso depende de nosotros mismos.
Paco Arteaga




No hay comentarios:

Publicar un comentario