¿Por qué no decirlo?
Reprobamos…
Es
frustrante que mucha gente, principalmente en la cultura latina, y
específicamente en la sociedad Mexicana, trate de ridiculizar y reprobar
cualquier azaña, logro o triunfo del prójimo. Siempre que a alguien le va bien,
la envidia, y no precisamente de la buena, emerge de lo más recóndito de
nuestro ser, e intenta a como dé lugar opacar el éxito logrado por la otra
persona.
Todos,
o por lo menos la mayoría, incluido yo, hemos alguna vez en nuestra vida
reprobado el logro de algún compañero. Por ejemplo, cuando iba en la primara,
uno de mis compañeros había ido de viaje a Acapulco, y llegó al salón con
recuerdos, fotos y mucho que contar. Inmediatamente un perverso servidor
intentó boicotear la atención dada al compañero, así que argumenté que ir a
Acapulco era de “nacos” y que cualquiera podía ir (jamás había visitado el mar)
a una playa como esa. Puerto Vallarta o Cancún eran una mejor opción y eso sí
era de asombrarse. Posteriormente, mis amiguitos imitando a los borregos
acordaron conmigo, le rechazaron los obsequios de recuerdo a mi compañero e
ignoraron cualquier comentario sobre aquél viaje. El niño no dejó de llorar en
todo el día y parte del siguiente. Y quizás el Karma, catorce años después,
tarde pero seguro, empezó a cobrarme la deuda que nunca pagué y que con la
cabeza en alto estoy dispuesto a pagar.
Hace
seis meses realicé uno de mis sueños que más anhelaba desde que inicié mi vida
universitaria: mi movilidad académica. Me fui al estado de Nueva York por seis
meses, donde desde luego aprendí el idioma, costumbres y cosas típicas de la
cultura anglosajona, además de conocer la Ciudad de Nueva York, por supuesto,
Memphis y Los Ángeles. Una experiencia definitivamente única, memorable y desde
luego merecedora de ser contada los cuatro vientos y a todas las personas. Sin
embargo, dicha intención por querer contar lo vivido se ha visto opacada por la
actitud de varios, por no decir muchos, de mis compañeros y amigos. Actitud,
desde luego, que yo algún día tuve con mi compañerito: ¡Bendito Karma! A estas
alturas de mi regreso ya no puedo hacer ni decir nada que tenga que ver con el
idioma inglés. Una razón principal por
la que me fui a la unión Americana fue precisamente para eso, para mejorar el
idioma, me refiero a la pronunciación correcta de las palabras, entonación,
incremento de vocabulario etc. Pero cada vez que hablo en inglés la gente me
tacha de mamón y creído. Lo mismo pasa cuando hago comentarios sobre el viaje o
cosas que aprendí. “Hay sí, ya me creo mucho porque fui a Nueva York”, dicen
algunos. Pero yo me pregunto, ¿Cuál fue la razón de nuestro viaje sino para el
de incrementar nuestros conocimientos? ¿Acaso sólo fuimos a perder el tiempo?
¿No sería una pérdida de tiempo, dinero y esfuerzo el haber ido a otro país
para regresar al nuestro y no aplicar nada de lo que aprendimos? Y bueno, esta
experiencia personal me ayudó a recordar esta situación en nuestra cultura.
Reprobamos los logros ajenos y desdeñamos su trabajo y esfuerzo para lograrlos.
Tel vez por envidia o qué sé yo, pero estoy seguro que esto le ha pasado a
todos más de una vez. ¿Por qué no verlo de otra manera? ¿Por qué no tomar los
logros de otras personas como ejemplo a seguir? ¿Por qué no decir “Si él pudo,
yo también puedo? Y no porque uno se sienta más que otro, sino darse cuenta que
al ser todos iguales, podemos lograr lo
que nos propongamos con esfuerzo y dedicación.
Paco
Arteaga
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