PARA LA HORA DEL CAFÉ
RAJÁ, EL PRECIO
DEL DESCUIDO
Joel Sánchez
Rodríguez
@JoelSanRadar
La Diabetes
Mellitus, una insuficiencia renal, pero principalmente el descuido y una
decisión unilateral, terminó con la vida de Rajá, un tigre de bengala que se había
convertido en ejemplar emblemático del Bioparque de Convivencia Infantil de
Pachuca, mini zoológico de la capital hidalguense, en el que el domingo 16 de
septiembre le fue aplicada la Eutanasia o “muerte asistida” ante el deterioro
de su estado de salud y según se afirma en un comunicado de prensa, “por ética
y respecto a su vida” (sic).
“Me siento morir”
escribió la directora del Bioparque Erika Ortigoza en relación al fallecimiento
de Rajá, el cual califica como una pérdida enorme y que en realidad lo es, pero
activistas de organizaciones como Cultura y Bienestar Animal Hidalgo (Cubianhi)
y Biofutura, opinan que se pudo haber hecho mucho más por ese tigre y puede que
tengan razón, pues tan solo el 5 de septiembre, con el aval del sistema DIF, un
grupo de 40 niños que integran el Voluntariado Infantil, iniciaron una campaña
de boteo para recolectar fondos que permitieran brindarle un tratamiento médico
adecuado y darle mejor calidad de vida al felino enfermo.
La campaña
terminaría el 4 de octubre, pero en el Bioparque decidieron no valorar ni
esperar a que culminara el esfuerzo de los niños para quienes salvar la vida de
Rajá es MISIÓN NO CUMPLIDA, como parece no haber cumplido la responsable
veterinaria del parque Gabriela López Enciso, pues todos los animales requieren
el mayor esfuerzo posible, pero se optó por la opción más rápida, el
sacrificio.
En Hidalgo se
cuenta con dos prestigiados médicos veterinarios especialistas en fauna
silvestre, Miguel Peña Riverón encargado del manejo y cuidado animal en el
Tuzoofari, así como Issac Campos Newman, ex-director del zoológico de
Tulancingo; que se sepa, a ninguno de los dos les fue tomada su opinión
respecto a la salud de Rajá; se ignora si se haya consultado al Colegio de
Veterinaria que preside Arturo Blancas Ríos, lo que si, es que no se tuvo el
aval de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales para la
Eutanasia, a la dependencia se le notificó cuando ya había sido aplicada, se le
envió copia de la necropsia y el aviso de que se cremaría el cuerpo.
Según Cubianhi y
Biofutura, en el municipio no se tienen las condiciones para el manejo de estos
animales, reciben una mala alimentación y eso es el origen de las enfermedades.
Rajá no es el único animal ni especie ante el que se mostró incapacidad y
descuido; Bartolo el hipopótamo es un caso emblemático de la indolencia, su
recepción en donación, la construcción de una “casa” que no utilizó, su
traslado a Tulancingo y su muerte en forma lamentable, son muestra de ello, como
su estanque abandonado por meses, sucio y olvidado, fue testigo de la ignominia
en la que cayó el cuerpo médico del hoy Bioparque.
El sacrificio,
que muchas veces es la decisión más dolorosa, debió ser la última opción y en
caso de que la fuera, aplicarla después del esfuerzo infantil. NO se hizo así y
tanto la ciudad como el parque viven la pérdida de un bello ejemplar de una
especie en peligro de extinción. Recién se remodeló el mini-zoológico, sus
instalaciones siguen en proceso de rehabilitación; pero de qué sirve si ante lo
más valioso que son sus animales se impone la incapacidad y el descuido.
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