sábado, 27 de octubre de 2012

RAJÁ, EL PRECIO DEL DESCUIDO


PARA LA HORA DEL CAFÉ


RAJÁ, EL PRECIO
DEL DESCUIDO

Joel Sánchez Rodríguez
@JoelSanRadar

La Diabetes Mellitus, una insuficiencia renal, pero principalmente el descuido y una decisión unilateral, terminó con la vida de Rajá, un tigre de bengala que se había convertido en ejemplar emblemático del Bioparque de Convivencia Infantil de Pachuca, mini zoológico de la capital hidalguense, en el que el domingo 16 de septiembre le fue aplicada la Eutanasia o “muerte asistida” ante el deterioro de su estado de salud y según se afirma en un comunicado de prensa, “por ética y respecto a su vida” (sic).
“Me siento morir” escribió la directora del Bioparque Erika Ortigoza en relación al fallecimiento de Rajá, el cual califica como una pérdida enorme y que en realidad lo es, pero activistas de organizaciones como Cultura y Bienestar Animal Hidalgo (Cubianhi) y Biofutura, opinan que se pudo haber hecho mucho más por ese tigre y puede que tengan razón, pues tan solo el 5 de septiembre, con el aval del sistema DIF, un grupo de 40 niños que integran el Voluntariado Infantil, iniciaron una campaña de boteo para recolectar fondos que permitieran brindarle un tratamiento médico adecuado y darle mejor calidad de vida al felino enfermo.
La campaña terminaría el 4 de octubre, pero en el Bioparque decidieron no valorar ni esperar a que culminara el esfuerzo de los niños para quienes salvar la vida de Rajá es MISIÓN NO CUMPLIDA, como parece no haber cumplido la responsable veterinaria del parque Gabriela López Enciso, pues todos los animales requieren el mayor esfuerzo posible, pero se optó por la opción más rápida, el sacrificio.
En Hidalgo se cuenta con dos prestigiados médicos veterinarios especialistas en fauna silvestre, Miguel Peña Riverón encargado del manejo y cuidado animal en el Tuzoofari, así como Issac Campos Newman, ex-director del zoológico de Tulancingo; que se sepa, a ninguno de los dos les fue tomada su opinión respecto a la salud de Rajá; se ignora si se haya consultado al Colegio de Veterinaria que preside Arturo Blancas Ríos, lo que si, es que no se tuvo el aval de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales para la Eutanasia, a la dependencia se le notificó cuando ya había sido aplicada, se le envió copia de la necropsia y el aviso de que se cremaría el cuerpo.
Según Cubianhi y Biofutura, en el municipio no se tienen las condiciones para el manejo de estos animales, reciben una mala alimentación y eso es el origen de las enfermedades. Rajá no es el único animal ni especie ante el que se mostró incapacidad y descuido; Bartolo el hipopótamo es un caso emblemático de la indolencia, su recepción en donación, la construcción de una “casa” que no utilizó, su traslado a Tulancingo y su muerte en forma lamentable, son muestra de ello, como su estanque abandonado por meses, sucio y olvidado, fue testigo de la ignominia en la que cayó el cuerpo médico del hoy Bioparque.
El sacrificio, que muchas veces es la decisión más dolorosa, debió ser la última opción y en caso de que la fuera, aplicarla después del esfuerzo infantil. NO se hizo así y tanto la ciudad como el parque viven la pérdida de un bello ejemplar de una especie en peligro de extinción. Recién se remodeló el mini-zoológico, sus instalaciones siguen en proceso de rehabilitación; pero de qué sirve si ante lo más valioso que son sus animales se impone la incapacidad y el descuido.
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