PARA LA HORA DEL CAFÉ
ARCHIVO HISTÓRICO
PATRIMONIO INVALUABLE
Joel Sánchez
Rodríguez
@JoelSanRadar
Considerado por
los especialistas como el cuarto más antiguo de América, el Archivo Histórico
del Poder Judicial del Estado de Hidalgo, cumplió 35 años de haber sido
rescatado y formalizada su conformación para ser hoy uno de los patrimonios más
valiosos que en esta materia existen para los investigadores.
El término
“rescate”, es el más adecuado cuando pretende uno referirse al Archivo
Histórico del Poder Judicial, pues eso fue lo que en 1977 hicieron los
cronistas Juan Manuel Menes Llaguno y José Vergara Vergara cuando el entonces
magistrado presidente del Tribunal Superior de Justicia del Estado, José Rubén
Licona Rivemar, pidió la intervención del primero para verificar el contenido
de un gran legajo de documentos que estaban listos para ser prácticamente
destruidos.
Según se sabe, el
anterior presidente del Tribunal, magistrado Adolfo Castelán Flores, que
después fue diputado federal por Pachuca y dirigente de su partido; había
vendido lo que se consideraba el “archivo muerto” a una empresa cartonera a
donde serían enviados como desechos los documentos y expedientes judiciales.
El cronista Menes
Llaguno y el cronista y paleógrafo José Vergara identificaron expedientes y
protocolos que se habían almacenado desde el siglo XVI; había registros y
protocolos de 1557 y documentos de los siglos XVII, XVIII y XIX que elaborados
en la época de la colonia y durante el lapso en el que el hoy territorio
hidalguense formó parte del Estado de México, se habían conservado sin que se
supiera de la riqueza histórica que representaban.
Los documentos que
ya se encontraban a bordo de un camión para ser transportados a donde se
destruirían, habían pasado por las diferentes sedes del Poder Judicial
constituido en julio de 1869, meses después de la erección del estado y así se
mantuvieron en el antiguo Templo de la Santa Veracruz en la plaza Pedro María
Anaya; en edificio de las “Casas Coloradas” en la calle de Hidalgo y
posteriormente en la Casa Rule, hoy sede de la presidencia municipal de Pachuca,
donde en ese 1977 funcionaba el Tribunal Superior y de donde fueron sacados
para ser enviados a la cartonera, lo que afortunadamente no ocurrió.
Por decisión del
magistrado Rubén Licona, que deshizo el contrato de compra-venta de los
documentos, ese mismo año se creó formalmente el Archivo Histórico cuyo primer
director fue el abogado José Arias Esteve y a tres décadas y media del rescate,
ha sido reconocido por la Academia Nacional de Historia y el Archivo General de
la Nación (AGN) que se ubica en el añejo palacio de Lecumberri en la Ciudad de
México, como el cuarto más antiguo de la “América Continental” porque el Poder
Judicial le ha reconocido su valor y ha destinado los recursos suficientes para
su conservación.
Aun hay mucho que
hacer y por conocer de ese archivo histórico, en el se conservan miles de
instrumentos que son valiosos para los investigadores, pero a diferencia de lo
que ocurre con el AGN, el acceso a este es casi cerrado, limitado en exceso,
como si fuera patrimonio de unos cuantos y como si estuviera destinado solo a
servir a los intereses y caprichos de grupo.
Es bueno que lo
protejan, que se cuente con un inmueble acorde a las necesidades que requiere
la protección de un tesoro, porque eso es, pero no debe caerse en la
exageración e impedir que investigadores independientes puedan consultar el
contenido que ahí existe.
De cualquier modo,
es una satisfacción el saber que en Hidalgo existe un archivo tan rico y basto,
que encierra pasajes de la historia altamente significativos y que se ocupa un
lugar tan privilegiado en el mundo hispanoamericano, gracias a la visión de
quienes como Rubén Licona, José Arias, Juan Manuel Menes, José Vergara y el
periodista Anselmo Estrada Alburquerque, impidieron que se consumara la burrada
de Adolfo Castelán.
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