sábado, 27 de octubre de 2012

ARCHIVO HISTÓRICO PATRIMONIO INVALUABLE


PARA LA HORA DEL CAFÉ


ARCHIVO HISTÓRICO
PATRIMONIO INVALUABLE


Joel Sánchez Rodríguez
@JoelSanRadar

Considerado por los especialistas como el cuarto más antiguo de América, el Archivo Histórico del Poder Judicial del Estado de Hidalgo, cumplió 35 años de haber sido rescatado y formalizada su conformación para ser hoy uno de los patrimonios más valiosos que en esta materia existen para los investigadores.
El término “rescate”, es el más adecuado cuando pretende uno referirse al Archivo Histórico del Poder Judicial, pues eso fue lo que en 1977 hicieron los cronistas Juan Manuel Menes Llaguno y José Vergara Vergara cuando el entonces magistrado presidente del Tribunal Superior de Justicia del Estado, José Rubén Licona Rivemar, pidió la intervención del primero para verificar el contenido de un gran legajo de documentos que estaban listos para ser prácticamente destruidos.
Según se sabe, el anterior presidente del Tribunal, magistrado Adolfo Castelán Flores, que después fue diputado federal por Pachuca y dirigente de su partido; había vendido lo que se consideraba el “archivo muerto” a una empresa cartonera a donde serían enviados como desechos los documentos y expedientes judiciales.
El cronista Menes Llaguno y el cronista y paleógrafo José Vergara identificaron expedientes y protocolos que se habían almacenado desde el siglo XVI; había registros y protocolos de 1557 y documentos de los siglos XVII, XVIII y XIX que elaborados en la época de la colonia y durante el lapso en el que el hoy territorio hidalguense formó parte del Estado de México, se habían conservado sin que se supiera de la riqueza histórica que representaban.
Los documentos que ya se encontraban a bordo de un camión para ser transportados a donde se destruirían, habían pasado por las diferentes sedes del Poder Judicial constituido en julio de 1869, meses después de la erección del estado y así se mantuvieron en el antiguo Templo de la Santa Veracruz en la plaza Pedro María Anaya; en edificio de las “Casas Coloradas” en la calle de Hidalgo y posteriormente en la Casa Rule, hoy sede de la presidencia municipal de Pachuca, donde en ese 1977 funcionaba el Tribunal Superior y de donde fueron sacados para ser enviados a la cartonera, lo que afortunadamente no ocurrió.
Por decisión del magistrado Rubén Licona, que deshizo el contrato de compra-venta de los documentos, ese mismo año se creó formalmente el Archivo Histórico cuyo primer director fue el abogado José Arias Esteve y a tres décadas y media del rescate, ha sido reconocido por la Academia Nacional de Historia y el Archivo General de la Nación (AGN) que se ubica en el añejo palacio de Lecumberri en la Ciudad de México, como el cuarto más antiguo de la “América Continental” porque el Poder Judicial le ha reconocido su valor y ha destinado los recursos suficientes para su conservación.
Aun hay mucho que hacer y por conocer de ese archivo histórico, en el se conservan miles de instrumentos que son valiosos para los investigadores, pero a diferencia de lo que ocurre con el AGN, el acceso a este es casi cerrado, limitado en exceso, como si fuera patrimonio de unos cuantos y como si estuviera destinado solo a servir a los intereses y caprichos de grupo.
Es bueno que lo protejan, que se cuente con un inmueble acorde a las necesidades que requiere la protección de un tesoro, porque eso es, pero no debe caerse en la exageración e impedir que investigadores independientes puedan consultar el contenido que ahí existe.
De cualquier modo, es una satisfacción el saber que en Hidalgo existe un archivo tan rico y basto, que encierra pasajes de la historia altamente significativos y que se ocupa un lugar tan privilegiado en el mundo hispanoamericano, gracias a la visión de quienes como Rubén Licona, José Arias, Juan Manuel Menes, José Vergara y el periodista Anselmo Estrada Alburquerque, impidieron que se consumara la burrada de Adolfo Castelán.
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